El testimonio - Su hermano madrugaba para recibir clases antes de ir con el ganado. La tierra y el cortijo de San José la arrendábamos por poco dinero. Tenía una presa con un grifo para coger agua. Había cabras, cerdos y vacas. Ya eso lo han vendido; nos engañaron y perdimos los derechos. Hace poco he estado allí, ¡y me dio una sofocación...! Nosotras ayudábamos en lo que hacía falta: con las vacas, recoger la leña para amasar y para la candela, lavar... de todo. Muñoz era nuestro maestro. A mi hermana la que está en Barcelona, la enseñó muy bien. Otras hermanas aprendimos un poquillo. Yo tenía ocho o diez años, y escribía, leía y hacía cuentas. Como el maestro se quedaba a
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Juan García Domínguez, maestro de Facinas represaliado
Varios documentos escritos nos dejan constancia del compromiso de Juan García Domínguez por la educación, así como de la represión que sufrió por manifestar sus ideas. Juan José García Domínguez fue maestro nacional de la Escuela Pública de Facinas nº 1, al menos entre el curso 1930-1931 y julio de 1936. En estos años, las condiciones materiales de las escuelas eran penosas, y Juan no fue el único maestro que, tras reiteradas solicitudes de reforma del edificio, decidió suspender las clases. El 6 de mayo de 1936 (siendo alcalde Amador Mora Rojas, y antes del golpe de estado que desembocó en la guerra de 1936-1939) se dirigió por escrito al presidente del Consejo Local de Enseñanza Primaria de Tarifa: “(...) como hace
Sebastián Muñoz, maestro de campo desde principios de siglo XX
El testimonio - Sebastián Muñoz Sevilla enseñó por el campo desde principios de siglo XX Mi padre, Sebastián Muñoz Sevilla, era una persona muy lista. Su abuela, que le crió, le metió en una escuela de niñas y niños que había en Facinas. Desde chiquitillo le gustaba mucho leer. El maestro le dijo a su abuela que le dejara sin clase más de una semana, ¡pero mi padre se había traído un libro de la escuela y se puso a leer! Así que le dijo la abuela, “mañana vas tú a la escuela; aquí no te quedas”. Mi padre entró a trabajar en el cortijo Iruelas de zagal casero (ayudaba al de la cocina). Cuando el encargado de ese cortijo tenía que escribir
Su maestro había trabajado como caricato en un circo
El testimonio - Su maestro había trabajado como caricato (payaso) en un circo Hacia 1957 (yo tenía once años), llegó Pepote, que se llamaba José Antonio Adama Reyes. Lo tuve unos tres años. Él iba de mi casa a El Pozuelo. Un tiempo se quedaba en El Relinque, frente al Río Jara. Pepote empezó a trabajar por Zanona (Facinas), haciendo carbón. De Zanona pasó a Puertollano, y ahí empezó a enseñar. Estuvo en casa de los Medina, y les daba clase. Medina ponía una parcela de cojollos en Poblana, y Pepote vino de cocinero. En aquellas fechas, se cogían los cojollos de palma verdes para venderlos, se llevaban a la parcela, donde se contaban o pesaban y pagaban al que los recogía, y se
Su maestro, Pepe Rondón, llegaba por las mañanas en un burro
El testimonio - Su maestro, Pepe Rondón, llegaba todas las mañanas desde Facinas en un burro La sierra del Cobujón de Las Corzas estaba acotada, pero nosotros metíamos allí las cabras, hasta que ya los guardias empezaron a denunciarlas. Mi madre tenía las cabras para poder vivir de otra manera y no podía quitarlas. Durante un año o dos las llevábamos a diario a Ojén, cerca de dos horas de camino, porque eso no estaba acotado. Nos poníamos tocas: un día venía mi hermana con mi madre, otro día yo, que tenía diez u once años, y otro mi otra hermana. Mi padre padecía de asma y no podía andar mucho. Hasta que un hombre llamado Juan El Chivero dejó una casa libre