El testimonio - Escribía en las piedras mientras guardaba las vacas Una se ha criado de pobre, pero no ha pasado hambre, como digo yo. Nosotros éramos ocho hermanos, y solamente la hermana mayor tuvo maestro. Como las clases valían dinero, si iba el maestro daba nada más que a los varones. Las hembras, como no teníamos que ir al servicio ni nada... Yo no he tenido un maestro nunca en mi vida. Yo aprendí a poner las letras y los nombres (las palabras) por lo que yo miraba que mis hermanos hacían. Yo veía desde lejos al maestro, cuando llegaba a la casa; pero darme una clase no me la dio nunca. Mis hermanos estudiaban de noche, porque de día trabajaban. No me
Autodidactas
Donde comía el maestro, comía también su esposa
El testimonio - Donde comía el maestro, comía también su esposa Hacia 1946, el maestro Andrés Señor venía a dar clase a mis hermanos. Mi hermana Isabel no sabe nada; ella era mayor y estaba con la tarea de la casa. Yo era chica y quería jugar y aprender; estaba encima, mirando, porque me gustaba cómo explicaba. Entonces mi madre le dijo al maestro, “¡Venga, dale clases también a la niña!”. Estuve unos cuatro meses con él. Cuando el maestro marchó seguí aprendiendo, porque me gustaba. Aprendí sola; ¿para qué voy a decir otra cosa? Con cartillas, iba juntando las letras, la “a” y la “b”, e iba leyendo. Me gusta leer los papeles. Me canso y lo dejo, pero me gusta. Hubo un
Aprender para escribir cartas durante el servicio militar
El testimonio - Los varones necesitaban aprender para escribir cartas durante el servicio militar. En la huerta sembrábamos melones, sandías, higueras con brevas... Los militares (los soldados) vivían arriba y abajo, la vereda para llegar de un lado a otro pasaba por medio de nuestra huerta y nos compraban las cosas. Por entonces había una escuela rural en Casas de Porros, donde estudiaban muchos niños de la zona, pero nosotros teníamos mucho que hacer y no podíamos ir. El maestro que daba clases en casa se llamaba Vázquez y venía de Jaén. Era hacia el año 40 ó 42. Era muy buen arate, muy buen hombre; y dio clases a mucha gente por todas las casas del campo. A mi casa venía de
Aprendió a leer observando las clases dirigidas a otros
El testimonio - Aprendió a leer observando durante las clases destinadas a los chicos de la casa donde servía. Cuando murió mi madre, mi padre se quitó de en medio y a nosotros nos repartieron. Yo me quedé con mi abuela, y a los ocho años ya me pusieron a servir en una casa de La Ahumada, cuidando niños chicos. Me vine a servir a una casa de Matatoros con diez años. Y con once años, hacia 1948, me fui a otra de Arroyo Viñas donde tenían muchos hijos, seis o siete varones y dos hembras. No ganaba nada; estaba nada más que por la comida. Mucho trabajo y ya está; eso es lo que había. Y ahí me quedé hasta que
Aprendió con dos maestros de campo, por las noches
El testimonio - Aprendió con los maestros de campo Ángel Morando y Juan Ruiz, de noche. Cuando dormía con el ganado no podía estudiar. El maestro Ángel Morando paraba cerca de nuestra casa, y vivía allí con su familia. Los hijos siguen ahí. Él era pobre y se dedicaba a dar clases. Venía a nuestra casa y a otras casas. Juan Ruiz también me enseñó. Las llevábamos de Saladaviciosa por arriba, y en verano al agostadero. En el tiempo de la mosca, en primavera, a la vaca le salen unos barrillos en el lomo, de donde sale la mosca. Y en ese tiempo no salen de la sombra, y tiene que comer por la noche, encerradas en un sitio donde tenían guardada hierba. Entonces