El testimonio - Escribía en las piedras mientras guardaba las vacas Una se ha criado de pobre, pero no ha pasado hambre, como digo yo. Nosotros éramos ocho hermanos, y solamente la hermana mayor tuvo maestro. Como las clases valían dinero, si iba el maestro daba nada más que a los varones. Las hembras, como no teníamos que ir al servicio ni nada... Yo no he tenido un maestro nunca en mi vida. Yo aprendí a poner las letras y los nombres (las palabras) por lo que yo miraba que mis hermanos hacían. Yo veía desde lejos al maestro, cuando llegaba a la casa; pero darme una clase no me la dio nunca. Mis hermanos estudiaban de noche, porque de día trabajaban. No me
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Estudiaba mientras cuidaba las ovejas
El testimonio - Alternaba su trabajo de cuidar el ganado con el estudio. Aprendieron tanto las hermanas como los hermanos. Aquí nunca hubo una escuela rural. Se habló de hacer una escuela, y el ayuntamiento eligió el sitio, pero nunca llegó a hacerse. Los padres nuestros nos compraban el material, las pizarras esas y los libros. La pizarra llevaba un trapito amarrado con una cuerda de palma. Las cartillas, el Catón y el Manuscrito, para aprender las formas y la ortografía. Sabiendo las cuatro reglas, decían que ya estabas preparado. Yo aprendí de cuentas, y sabía defenderme con las cosas del ganado y con mis apaños a mi manera. Sé leer y escribir, aunque leer, recuerdo que no me gustaba. Los hermanos más chicos