El testimonio - Se retiró del ejército por motivos de conciencia. Trabajó catorce años como maestro ambulante. Mi padre, Fausto Ruiz Galán, nació en Almonte (Huelva), en 1919. Su madre venía de Cáceres y su padre, que era sargento de Carabineros, de Salamanca. Él tenía dos hermanas. Su madre murió con 29 años, cuando él tenía unos nueve años, y su padre se casó otra vez. Como marginaban a los hijos de la primera madre, y él se fue a trabajar al campo con el ganado. Cuando vieron que era inteligente le mandaron un colegio religioso de Huelva, donde hizo el bachillerato. Con 16 para 17 años empezó la Guerra Civil y le mandaron a filas con el bando “nacional”, formando parte de
Etiqueta: Málaga
Entre los trabajadores había mucho interés en aprender
El testimonio - Entre los trabajadores había mucho interés en aprender. Y los padres aprendían con los hijos. Yo cobraba poquito. Había familias que no podían, y uno se daba cuenta. Facilidades se daban todas las que se podían, eso sí; porque nosotros venimos de casta pobre. Pero a mí no me faltó de comer. Yo no llevaba comida en la mochila. Allí donde llegara, de día o de noche, se reunían todos los chicos y chicas de las casas cercanas, desde los pequeños de cinco, siete, ocho ó nueve años. La familia de los Lara y la familia de Los Moritos, que tenían once o doce hijos. Más para arriba los Romero, y unos de apodo Nuflo (donde había diez u
Su padre le preparó para trabajar como maestro
El testimonio - Su padre le preparó para que retomara su trabajo de maestro Mi padre fue a Tarifa a echar una temporada de siega, y en el 44 ó 45 mandó venir a por nosotros. Y empecé a trabajar con mi padre, segando. En las temporada en que no había trabajo, empezó a trabajar enseñando como maestro de campo, yendo por las casas, y reuniendo a los niños en el cortijo más céntrico de la cortijada. Un maestro de campo es un maestro que no tiene título, pero tiene suficientes conocimiento para enseñar a una persona que no sabe nada. En aquellas fechas, ni había coches para llevar a los niños al colegio y recogerlos, ni comedores. Tenía que haber maestros sin
Un castigo en la escuela marcó su infancia
El testimonio - Un misionero le dejó desnudo delante de sus compañeros Había en Málaga una barriada a la que llamaban Los Guarros, y no es que eran guarros los que la habitaban, pero de esa manera los trataban cuando, organizado por un cura misionero, los hicieron construir un colegio en El Palo, para los niños pobres como yo. En el colegio pusieron a un maestro nacional, don José Luis, hijo de un capitán ricachón que fue uno de los castigadores de los pobres; uno de estos de la flecha. Allí entré yo de niño, porque no había otro sitio donde ir. Casi nunca estaban dándonos clase, sino que nos tenían allí guardados como borregos. Y nosotros, con ocho o nueve años, como
Vicente Santana enseñaba junto a su hijo Salvador
El testimonio - Vicente Santana Sánchez se dedicó a enseñar en los últimos años de su vida. Su hijo Salvador también dio clases. El maestro Vicente Santana Sánchez estuvo cuatro o cinco años con nosotros. Mi padre le dejó una casa, sin pagar nada, y se vino a Los Majales. Cuando llegó, yo tendría once o doce años; sería 1947. Había en esta zona unas nueve familias, todas con muchos chiquillos. Y además estaban los trabajadores que contrataban algunas familias. En mi casa había unos cincuenta, entre los trabajadores y sus hijos. Entre grandes y chicos había más de cien personas, de los cuales había unos cincuenta niños y jóvenes en edad de estudiar. Unos listos y otros más torpes, casi todos