El testimonio - Sebastián Muñoz Sevilla enseñó por el campo desde principios de siglo XX Mi padre, Sebastián Muñoz Sevilla, era una persona muy lista. Su abuela, que le crió, le metió en una escuela de niñas y niños que había en Facinas. Desde chiquitillo le gustaba mucho leer. El maestro le dijo a su abuela que le dejara sin clase más de una semana, ¡pero mi padre se había traído un libro de la escuela y se puso a leer! Así que le dijo la abuela, “mañana vas tú a la escuela; aquí no te quedas”. Mi padre entró a trabajar en el cortijo Iruelas de zagal casero (ayudaba al de la cocina). Cuando el encargado de ese cortijo tenía que escribir
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Una maestra enseñaba a Pepa Calderón en la casa donde servía
El testimonio - Una maestra del cortijo venía a enseñarla a la casa donde ella servía En La Dehesilla había un cortijo de un señorito, y varias chozas de piedra y techado de castañuela. La castañuela la cogían en el río. Pasados los años, a la gente que vivía ahí les dieron parcelas, y se construyeron sus casas. Había una escuela llevada por tres hermanas mayores, que se dedicaban a dar clase a los chiquillos. Una de ellas se llamaba Curra. La mayor, que tenía un hijo, era quien llevaba la escuela, y las otras dos la ayudaban. Yo me fui a servir con ocho años en casa de Pura y Feliciano, y una de las maestras venía a esta casa para enseñarme. Mi