El testimonio - Alternaba su trabajo de cuidar el ganado con el estudio. Aprendieron tanto las hermanas como los hermanos. Aquí nunca hubo una escuela rural. Se habló de hacer una escuela, y el ayuntamiento eligió el sitio, pero nunca llegó a hacerse. Los padres nuestros nos compraban el material, las pizarras esas y los libros. La pizarra llevaba un trapito amarrado con una cuerda de palma. Las cartillas, el Catón y el Manuscrito, para aprender las formas y la ortografía. Sabiendo las cuatro reglas, decían que ya estabas preparado. Yo aprendí de cuentas, y sabía defenderme con las cosas del ganado y con mis apaños a mi manera. Sé leer y escribir, aunque leer, recuerdo que no me gustaba. Los hermanos más chicos
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Tres generaciones de la familia tuvieron maestro de campo
El testimonio - Tanto su padre como él y sus hijos, aprendieron con maestros de campo Mi madre sabía muy poco, lo justo para firmar y poco más. Pero mi padre sí sabía: hacía sus cuentas con los animales y todo lo necesario. Mi padre siempre vivió en el campo, y decía que en su tiempo también había maestros de campo. Yo le he escuchado muchas veces hablar de ello. Otros aprendían con alguien de su familia que sabía; enseñaba el padre a los hijos o el tío al sobrino. José Pecino Ríos, que era de Los Barrios, enseñó a mis hijos, que son mellizos, niño y niña, y nacieron en 1969. Este hombre llegó a La Ahumada a través de una hermana
Varios maestros de campo suyos eran republicanos
El testimonio - El maestro Juan había luchado en zona republicana. Complementada sus ingresos haciendo fideos. Hubo uno al que llamaban La Valenciana, que era muy gordo. Daba clases a chicos mayores que yo; sería a primeros de los cuarenta. Vino luego un maestro llamado Miguel Sánchez, que era de fuera. Tenía yo entre 8 y 10 años (entre 1946 y 1948). Se alojaba en una casa de Pedro Serrano, de piedra y techado de palma. Pedro tenía un ventorrillo en La Ahumada y no le cobraba nada. Allí en la casa tenía mesas y sillas, y nosotros íbamos de noche, como otros niños, para la clase. Miguel desapareció y vino un tal Juan, que había sido teniente de aviación cuando la
Los vecinos ayudaban a Diego el de los Canastos cuando estaba escondido
El testimonio - Los vecinos ayudaban al maestro Diego el de los Canastos mientras estaba escondido. Un tío suyo estuvo preso por auxiliarle. Yo no llegué a conocer bien a Diego. Era muy pequeñito y tengo un recuerdo muy lejano, pero mis padres y mis tíos me contaron que se escondía en una cueva porque estaba juído de cuando la guerra, y lo buscaban; tú sabes que unos venían de un lado y otros de otro lado. Algunos le decían La Cueva de Diego y otros La Cueva del Tío. Era una piedra en visera, y delante hizo él un muro para resguardarse del frío y la lluvia. Allí dormía él, sobre unos helechos. El nombre de la cueva se lo pusieron cuando