El testimonio - A cambio de criarle una collera de conejos Tengo bastantes recuerdos de don Fausto Ruíz Galán. Era un hombre bajito y con barba. Se desplazaba por los campos en una yegua que le dejaban los señores del cortijo de Villalvega, donde se alojaba. Allí tenían ganadería brava. Recuerdo que todas las clases las daba de memoria; nunca lo vi guiándose por un libro. Nos enseñaba a leer con los libros de aquel entonces y si algunos de los alumnos no lo sabíamos, nos cogía de la patilla. Los sábados no nos daba cuentas; lo sábados sólo enseñaba el catecismo. En la casa donde vivía el cabrero, en la dehesa El Hornillo, del término municipal de Arcos de la Frontera (Cádiz),
Otras localidades
Estaban adelantadas respecto a las niñas del pueblo
El testimonio - Vio que estaban adelantadas respecto a las niñas del pueblo. Fausto Ruiz Galán les hablaba de la guerra y de Julio Verne. El maestro que me enseñó a leer y escribir fue Fausto Ruiz Galán. Hacía su recorrido por varios cortijos y cuando le tocaba quedarse en El Rocinejo dormía en casa de mis abuelos. En la finca había otras dos casas, donde vivíamos nuestra familia y nuestros primos. Había gente que vivía en chozas, donde Fausto también enseñaba. Fausto no nos daba religión. Cuando llegó la hora de hacer la primera comunión, con unos siete años, mi madre nos compró un catecismo y nos llevó a mi hermana y a mí al Beaterio, un colegio de monjas que estaba
Su bisabuela aprendió en la Casa Cuna de Cádiz
El testimonio - Su bisabuela aprendió en la Casa Cuna de Cádiz Mi primo José Araújo se iba a enseñar a las casas había muchos varones (donde Luis Paco, por ejemplo), porque antes se prefería que aprendieran los hombres, más que las mujeres. Yo me pegaba a mi hermano para aprender. Por eso, cuando vino Del Castillo a enseñarnos, yo ya sabía escribir algo. Pero en Puertollano no creas, que las niñas se interesaban mucho por aprender, y casi todas sabían. Las hermanas de mi padre leían muy bien. Daba gloria escucharlas. De noche mi tía Curra leía una novela y otras escuchaban. A mí me encantaba. Yo guardaba uno de sus libros, Genoveva de Bravante, y se lo comió la carcoma. A
El maestro Fausto Ruiz en Alcalá de los Gazules
El testimonio - Fausto es recordado como una persona de ingenio y humor, y que transmitía sus ideas a sus alumnos Tengo la sensación de estar en deuda con Fausto Ruiz Galán por lo mucho que hizo por todos aquellos niños y adolescentes de los campos de Rocinejo, Pagana, Zafrilla, El Lario, El Llano de la Mata o Vega Blanquilla (muchos de estos cortijos ya no existen; han quedado bajo las aguas del embalse de Barbate, construido en 1992). ¡Cuántas caminatas se daba mi maestro para poder llevarnos un poco de aprendizaje!... Hacía unos 15 ó 20 kilómetros diarios... Y por un jornal bastante escaso, puesto que todas aquellas familias eran de pocos recursos económicos. ¡Cuántos remiendo en pantalones, chaquetas tipo ruso, alpargatas
Vida del maestro Fausto Ruiz Galán
El testimonio - Se retiró del ejército por motivos de conciencia. Trabajó catorce años como maestro ambulante. Mi padre, Fausto Ruiz Galán, nació en Almonte (Huelva), en 1919. Su madre venía de Cáceres y su padre, que era sargento de Carabineros, de Salamanca. Él tenía dos hermanas. Su madre murió con 29 años, cuando él tenía unos nueve años, y su padre se casó otra vez. Como marginaban a los hijos de la primera madre, y él se fue a trabajar al campo con el ganado. Cuando vieron que era inteligente le mandaron un colegio religioso de Huelva, donde hizo el bachillerato. Con 16 para 17 años empezó la Guerra Civil y le mandaron a filas con el bando “nacional”, formando parte de