El testimonio - A cambio de criarle una collera de conejos Tengo bastantes recuerdos de don Fausto Ruíz Galán. Era un hombre bajito y con barba. Se desplazaba por los campos en una yegua que le dejaban los señores del cortijo de Villalvega, donde se alojaba. Allí tenían ganadería brava. Recuerdo que todas las clases las daba de memoria; nunca lo vi guiándose por un libro. Nos enseñaba a leer con los libros de aquel entonces y si algunos de los alumnos no lo sabíamos, nos cogía de la patilla. Los sábados no nos daba cuentas; lo sábados sólo enseñaba el catecismo. En la casa donde vivía el cabrero, en la dehesa El Hornillo, del término municipal de Arcos de la Frontera (Cádiz),
Hombres
Su maestro le regaló un Catón
El testimonio - Su maestro le regaló un Catón. En el frente le escribían las cartas para su madre. Con catorce años (1934) yo estaba guardando animales en Las Cabrerizas, y de noche veníamos hasta el pueblo, que estaba a dos kilómetros, donde nos daba clases un maestro nacional llamado don Juan, que le decíamos Cara Ancha. Doña Pilar era su mujer. Los dos daban clases en una escuelita a los niños chicos de día, y a los mayores de noche. Cuando el padre no podía, nos daba clase un hijo de ellos, José María. Juan me regaló a mí el librito de El Catón, para que yo me aplicara. Y me sirvió después, porque yo me lo llevaba cuando iba a guardar
Encerraba las cabras durante la clase
El testimonio - Encerraba las cabras cuando el maestro llegaba El maestro Muñoz venía a casa cada semana dos veces. Él ya era mayor, y muy buena persona; y nosotros éramos unos zagalillos, que sólo pensábamos en ir a jugar por ahí. Nos enseñaba a mi hermana mayor y a mí. Yo tendría ocho o nueve añillos, y mi hermana mayor diez u once. Yo escribo y leo, pero no aprendí como se aprende hoy. Yo me acuerdo que cuidaba unas cabritas que tenía mi padre, y cuando el maestro venía tenía que salir a encerrarlas, hasta que me diera la lección. Mis padres le pagaban con dinero y con cosas. Porque entonces se cobraba ná y menos. Cuando yo me licencié, en 1945,
Necesidad de escuelas rurales en La Costa
El testimonio - Necesidad de escuelas rurales en La Costa En esos años llovía mucho. Yo no tenía coche; y como yo, ningún vecino del campo. Había que venir en burro. En Cuatro Caminos (entrando por el km 90) tenían que haber hecho una escuela para los niños de esta zona. Si hubieran hecho ahí una escuela, servía para La Costa y para Arroyo Viña. Hubieran estado mejor los niños, y los maestros también. Mi primer hijo nació en 1961. Fue al internado de la Huerta del Rey (Residencia Escolar), pero no le gustaba. Se llegaba a Tarifa montado en un burro. Llegaba lleno de barro, y mi madre, que estaba en Tarifa, le tenía preparada ropa limpia. Cuando lo prepararon para hacer la primera
Juan Mena enseñó por La Costa desde principios del siglo XX
El testimonio - Juan Mena enseñó por La Costa desde principios del siglo XX hasta que era anciano Mi madre firmaba algo. Ella nació en 1904 y tendría 8 ó 10 años cuando aprendía con Juan Mena; hacia 1912. Mis tías aprendieron más que ella; no sé si es que mi madre era mala, o tenía que bregar más en la casa por ser la mayor. Un hermano que tenía, el tío Perico, no sabía ni firmar. Mena nos daba lección a mí y a mi hermano mayor. Sería hacia 1940, 1942. Yo era muy malo para la lectura, y mi hermano era todo lo contrario. Cuando cogíamos los animales, yo le tiraba el libro porque quería jugar. Y mi hermano, si tenía