Diego Canastos es recordado con respeto por alumnas y alumnos suyos. A través de su memoria podemos rescatar parte de la vida de este maestro ambulante represaliado. Diego Lozano Meléndez era hijo de Francisco y de Sebastiana. Nació en algún lugar de Tarifa en octubre de 1879. Su madre tenía por apodo la Canasta y Diego era conocido como "el hijo de la Canasta". De ahí derivaron otros apodos como "Diego Canastos" o "Diego el de los Canastos". No sabemos si Diego tenía otras dedicaciones pero es seguro que entre los años 20 y 50 del siglo XX trabajó por los campos de Tarifa como maestro ambulante. Curro Gil Serrano, nacido en 1931 en Puertollano (Tarifa) y emigrado muy joven a Barcelona,
Autor: memoriaoral
A cambio de criarle unos conejos
El testimonio - A cambio de criarle una collera de conejos Tengo bastantes recuerdos de don Fausto Ruíz Galán. Era un hombre bajito y con barba. Se desplazaba por los campos en una yegua que le dejaban los señores del cortijo de Villalvega, donde se alojaba. Allí tenían ganadería brava. Recuerdo que todas las clases las daba de memoria; nunca lo vi guiándose por un libro. Nos enseñaba a leer con los libros de aquel entonces y si algunos de los alumnos no lo sabíamos, nos cogía de la patilla. Los sábados no nos daba cuentas; lo sábados sólo enseñaba el catecismo. En la casa donde vivía el cabrero, en la dehesa El Hornillo, del término municipal de Arcos de la Frontera (Cádiz),
De profesión peonero, de ocupación maestro
El maestro Rosillas, hijo de Juan Otero y Antonia Ropero, había nacido en la cortijada de Las Ramiras (Córdoba) un 10 de diciembre de 1909. Huérfano de padre a temprana edad, le tocaría vivir la primera mitad del siglo XX en toda su crudeza. De profesión peonero, de ocupación maestro, de vocación un hombre volcado hacia el trabajo y el saber; comprometido con su tiempo, enemigo de las injusticias y las sinrazones. Mantuvo siempre la convicción de que el conocimiento conllevaba la liberación del individuo. Exigente para sí mismo y para los demás, con su destino y con la vida. Apareció en el vecindario de Las Cabreras ya entrado en años. Había pasado la guerra luchando en el bando republicano, había
Escribía en las piedras mientras guardaba las vacas
El testimonio - Escribía en las piedras mientras guardaba las vacas Una se ha criado de pobre, pero no ha pasado hambre, como digo yo. Nosotros éramos ocho hermanos, y solamente la hermana mayor tuvo maestro. Como las clases valían dinero, si iba el maestro daba nada más que a los varones. Las hembras, como no teníamos que ir al servicio ni nada... Yo no he tenido un maestro nunca en mi vida. Yo aprendí a poner las letras y los nombres (las palabras) por lo que yo miraba que mis hermanos hacían. Yo veía desde lejos al maestro, cuando llegaba a la casa; pero darme una clase no me la dio nunca. Mis hermanos estudiaban de noche, porque de día trabajaban. No me
Su maestro le regaló un Catón
El testimonio - Su maestro le regaló un Catón. En el frente le escribían las cartas para su madre. Con catorce años (1934) yo estaba guardando animales en Las Cabrerizas, y de noche veníamos hasta el pueblo, que estaba a dos kilómetros, donde nos daba clases un maestro nacional llamado don Juan, que le decíamos Cara Ancha. Doña Pilar era su mujer. Los dos daban clases en una escuelita a los niños chicos de día, y a los mayores de noche. Cuando el padre no podía, nos daba clase un hijo de ellos, José María. Juan me regaló a mí el librito de El Catón, para que yo me aplicara. Y me sirvió después, porque yo me lo llevaba cuando iba a guardar